Me peleé con un diputado y esto es lo que pasó.

El pasado sábado tuve una discusión con el diputado Fernando Zárate en Twitter. Me apena decirlo, pero yo empecé el intercambio. Todo comenzó con un tuit de Rubén Aguilar, ex vocero del presidente Fox y actual vocero de la campaña de Ricardo Anaya. En su tuit, Aguilar presumía que “todas las encuestas serias ponen a Anaya como segundo lugar y en un lejano tercero a Meade”.

Me llamó la atención la respuesta de Fernando Zárate: “Ehmmm todas las personas serias consideran a Anaya una persona deshonesta y las pocas personas que lo conocen a Ud, piensan que es un manipulador y oportunista”.

¿Por qué me llamó la atención? Porque Rubén Aguilar fue mi maestro hace ya casi 11 años y hasta la fecha con mucho orgullo digo que es una excelente persona y un maestro brillante. Por eso decidí defenderlo con un tuit y como me molestó el tono que el diputado Zárate tomó con mi maestro, agregué una línea a mi defensa que inició la discusión.

En mi defensa dije: “No soy panista y ni de broma planeo votar por Ricardo Anaya. Pero conozco a Rubén Aguilar. No pienso que sea un manipulador ni un oportunista. Al contrario, me parece un GRAN maestro y una GRAN persona” y la línea final fue: “… Nomas no me vaya a dar un cabezazo, porfa”.

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Explico lo del cabezazo: Durante las elecciones de 2015, en las que Zárate era candidato a diputado local en la delegación Álvaro Obregón, el entonces candidato estelarizó un escándalo al darle un cabezazo a un funcionario de la delegación Álvaro Obregón. ¿Por qué le dio el cabezazo? En el video no queda claro, pero él explicó más tarde que estaba defendiendo a vecinos de Álvaro Obregón a quienes le estaban intentando quitar su propiedad. Le creo. Zárate, candidato, acudió al llamado de sus electores para defender su propiedad. Eso, no justifica la agresión (como él mismo lo dijo en su momento), pero al calor del momento, cualquiera comete esos errores.

El problema es que Zárate no es cualquiera. Fernando Zárate, como lo dice en repetidas ocasiones en el video, es un representante popular, un diputado. ¿A qué voy con esto? Pues que un representante popular no debería perder la cabeza tan fácil y pareciera que Zárate pierde el control fácilmente y con cualquiera, a la menor provocación.

En este caso, me tocó ser ese “cualquiera”. Cuando yo respondí con la defensa a Rubén Aguilar y al agregar la crítica sobre el cabezazo, la respuesta que recibí de Zárate fue lamentable. ¿Qué me respondió? Esto: “Si pretendes quitarle su patrimonio a la gente, no te doy uno gordito, te doy dos. Yo si tengo huevos para defender lo que debo. Feliz día, y ve por un pañal que ya dejaste mancha”.

A ver… quiero tomarme unos minutos para descomponer el tuit:

  1. “Si pretendes quitarle su patrimonio a la gente no te doy uno, te doy dos”. No sé bien si el enojo le nuble la vista o simplemente no tenga control alguno de sus emociones, pero ¿por qué me amenaza? ¿cuándo puse en riesgo el patrimonio de la gente?.
  2. “Gordito”. ¿No se tomó el tiempo para revisar a qué me dedicaba o si representaba yo una amenaza para el patrimonio “de la gente” antes de amenazarme pero sí vio mi fotografía? Así es. Lo que siguió a la amenaza de los cabezazos fue un calificativo despectivo: gordito. Pues sí, Fernando, estoy gordito… ¿perdón?
  3. “Yo sí tengo huevos para defender lo que debo”. ¿Dar cabezazos es “tener huevos”? Entonces no tengo huevos.
  4. “Feliz día, y ve por un pañal que ya dejaste mancha”. A ver si entendí. ¿Lo del pañal es porque me asusté muchísimo de que un diputado local me amenazara con cabezazos? A lo mejor. A lo mejor era una referencia más a su hombría y valentía. Ok.

Continúo.

Ante el amable tuit de Fernando, conteste con 5 puntos (me gustan los puntos): “1) No me confunda con los suyos, yo no robo, flaquito. 2) Yo sí soy educado y sin necesidad de demostrar “mis huevos” a cabezazos. 3) Ni pañal, ni mancha. Insisto, me confunde con los suyos. 4) Yo voto en Álvaro Obregón, qué bueno que muestre quién es. 5) Respire que se oye perdedor”.

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Lo más importante de esa repuesta es el punto número 4. ¿Por qué? Por que Fernando Zárate es mi diputado. Sí, leyó bien. Fernando Zárate representa, dice, a la Álvaro Obregón en la Asamblea Legislativa. Yo soy vecino de la Álvaro Obregón y sí, mi representante es ese señor que me llenó de adjetivos.

¿Qué respondió? “Sí, gordis. Sí, lo que tus -4 seguidores digan”. Sí, Fernando Zárate está obsesionado con los gorditos y cree que “gordito” es el peor insulto que existe en este mundo. Señor Zárate, no sé qué le hicieron los gorditos a usted. A lo mejor le robaron su almuerzo en el kínder, a lo mejor no lo dejaron jugar en las retas del recreo… En nombre de todos los gorditos, le pido una sincera disculpa por tener unos kilos de más.

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Continúo.

Cuando critiqué la manera en la que me habló, Zárate decidió responder con el tuit que más refleja quién es Fernando Zárate: “Le hablo así a un pequeño troglodita. Sin pena. Presume que te pelé por 20 segundos. Y sí, no tienes nada de eso. Lo reitero. Sólo un teléfono celular para ver quién te pela. Lamento que en la primaria te hayan zapeado tanto y que de adulto sigas cargando ese mote”.

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A ver… descompongamos el tuit de nuevo:

  1. “Le hablo así a un pequeño troglodita”. Técnicamente, troglodita quiere decir “hombre que vive en las cavernas”. A lo mejor no lo sabe, quizá piensa que es un sinónimo más de gordis y gordito. Aunque, sería una gran contradicción llamarme pequeño y troglodita. Me quedaré con la duda.
  2. “Presume que te pelé por 20 segundos”…”Sólo tienes un teléfono celular para ver quién te pela”. Aquí supongo, una vez más, que el que está sacando a relucir los traumas, es Fernando. Al parecer para él es MUY importante la atención y claramente cree que si la atención viene de él, es todavía más importante. Quizá por eso disfrute los escándalos y los cargos públicos.
  3. “Lamento que en la primaria te hayan zapeado tanto y que de adulto sigas cargando ese mote”. OJO: Aquí hay un plot twist. A lo mejor no fue Fernando el que fue bulleado por los gorditos. El diputado asume que como soy gordito, me zapearon muchísimo en la primaria. Pues no, Fernando, ni era gordito en la primaria, ni me zapearon. Eso sí, es lamentable ver sus etiquetas y su trauma con la violencia física.

Continúo.

A lo mejor me equivoco, pero lea usted y dígame si estoy o no en lo correcto. Mi respuesta a Zárate fue la siguiente: “Señor, NADIE presume que un diputadito local del Partido Verde lo peló en Twitter. Al contrario, cualquier diputadito local del Verde presume que un ciudadano lo peló. Ubique su realidad”.

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¿Soy yo o nadie nunca presumiría que un diputado local del verde lo peló? Pueden poner su respuesta en los comentarios.

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Y a todo esto… ¿Para qué mareo a todo el mundo con esta historia?

Porque faltan menos de dos semanas para que se acaben las campañas y cada día me entero de más y más casos de violencia, de peleas, de discusiones sin sentido y creo que todos estamos hartos.

Por eso, aprovecho este espacio para pedirle una disculpa al diputado Fernando Zárate. Nada tenía que ver el incidente del cabezazo con la defensa a Rubén Aguilar y estuvo mal de mi parte que no explicara el contexto. Estuvo mal que lo llamara diputadito y politiquillo, caí al mismo nivel de la persona a la que criticaba, perdón. Pido una disculpa también, si en alguno de mis otros tuits le falté al respeto y de paso, pido una disculpa si al escribir esta reflexión, usted siente que le falto al respeto.

Hemos dejado como sociedad que las campañas se conviertan en un intercambio de insultos en lugar de aprovecharlas para intercambiar ideas, propuestas y proyectos.

Recuerdo que en alguna de las decenas de discusiones que tuvimos sobre la democracia en las clases de Rubén Aguilar llegamos a una triste conclusión: que la democracia como la plantearon los griegos era imposible, pues en ese entonces, la sociedad era tan pequeña, que existía la posibilidad de debatir sobre el rumbo de la República en el ágora. En contraste, las poblaciones son tan grandes ahora, que es imposible que discutamos todos en un mismo lugar.

Hoy el Twitter es una herramienta que, si bien no nos regresa a la antigua Grecia, nos acerca a ese espacio ideal en el que todos podemos discutir sobre el rumbo de nuestro país.

¿Por qué no estamos aprovechando estos espacios que nos da la tecnología para discutir cosas que sí importan en lugar de atacarnos sin sentido a diestra y siniestra? ¿Cuándo habíamos tenido la oportunidad de discutir directamente entre ciudadanos y representantes?

Ahora tenemos esa oportunidad y la estamos desperdiciando. ¿Qué haremos al respecto?

 

 

Si yo fuera Peña Nieto…

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Si yo fuera Enrique Peña Nieto tendría el hombro dislocado por cargar un enorme portafolio. Cargaría decenas de discursos rimbombantes y cientos de presidiums acartonados llenos de empleados míos apapachándome y aplaudiendo sin cesar. Guardaría también cientos, miles, quizá millones de mentadas de madre por haber co-protagonizado la más esperada, famosa y criticada telenovela de todos los tiempos: La Casa Blanca de Peña Nieto. Y digo “co-protagonizado” porque nadie podría quitarle el papel estelar a Angélica Rivera, renombrada actriz, consagrada en uno de los capítulos finales de la historia: el regaño a los mexicanos en un video de YouTube.

 En ese portafolio también llevaría un enorme expediente vacío con el reclamo, el enojo y la enorme duda de miles de mexicanos, titulado “La verdad histórica”. No cabe duda, llevaría también el cómic del increíble escape del narcotraficante más renombrado de los últimos 20 años: Joaquín Guzmán Loera. En alguno de los compartimentos, seguro, llevaría un par de CDs con los audios de las constructoras que enriquecen a funcionarios y amigos míos. Mi portafolio estaría lleno de encuestas con índices de aprobación que caen al ritmo del precio del barril de petróleo.

Pero en ese portafolio habría un espacio desaprovechado. En él guardaría todas mis victorias, que no son pocas, pero que se quedaron ahí en el portafolio, echas bolas. Ahí tendría la primera y la segunda detención de El Chapo, juntitas a la detención de Elba Esther Gordillo. Guardaría también una fotografía del día en que se firmó el Pacto por México, un hecho histórico, en el que no solo gané yo, también ganó mi partido y ganó la oposición.

En ese compartimento guardaría las 12 Reformas Estructurales, entre ellas, una Reforma Educativa sin precedentes; una Reforma Energética y una de Telecomunicaciones en forma de inversiones millonarias que aterrizan día a día en nuestro país; una Reforma Hacendaria criticada, golpeada, pero que en parte es atacada por empresarios que ahora tienen que pagar impuestos; y una Reforma Política que ahora le da la oportunidad a un ciudadano de ser el próximo Presidente de la República. Guardaría la iniciativa para legalizar el uso medicinal de la marihuana y la iniciativa para incluir en la Constitución el matrimonio igualitario. Conservaría también el arranque de la construcción del nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México y del Tren que va de la Ciudad de México a Toluca. Pediría que me incluyeran en ese espacio un informe de la situación económica de México, donde observaría que crecemos más que el promedio de los países que componen la OCDE y más que el promedio en América Latina, que tenemos la inflación más baja en la historia, y que a pesar de la caída del precio del petróleo, los ingresos federales no han disminuido.

Finalmente tendría un último compartimento, uno para mi lectura. En él guardaría 3 libros con el título y el autor subrayados… por si acaso. Esto, todo esto guardaría en mi portafolio. Pesaría tanto que decidiría mejor tirarlo. El portafolio viejo, el pesado, lo tiraría a la basura, completo. Con ese portafolio tiraría a mis compadres, a mis complejos y con ellos, a todos mis compromisos (me refiero a los políticos, no a los firmados ante notario). Tiraría mi ideología, a mi partido, a mis fobias, mis triunfos y mis derrotas.

Entonces me compraría un portafolio nuevo. Me sentaría con académicos, con científicos, con empresarios, con jóvenes… con México, les pediría una disculpa (insuficiente, pero sincera) y diseñaría un plan de acción urgente; un calendario con metas a corto, a mediano, y sobre todo a largo plazo. Eso sería lo único que guardaría en mi portafolio nuevo.

Empezaría por los temas más difíciles, los que generen más conflicto, los que ataquen más intereses: corrupción, pobreza, burocracia, educación, seguridad… No acabaría, pero acabar no sería mi objetivo final. El objetivo de estos próximos dos años sería empezar. Nos hace falta un presidente que empiece algo bien. Con un plan de gobierno transexenal que ignore partidos, ideologías y sucesiones. Entonces me sentaría con todos los partidos, con aquellos que se han destapado como candidatos independientes, me sentaría con todos los que tengan intenciones de ser el próximo Presidente o Presidenta de México y pactaría para que ese plan de gobierno que acabamos de diseñar todos, se continúe, se perfeccione y se concluya. Me acabaría lo que me queda de capital político y buscaría que mi legado fuera ese, el de planear el próximo sexenio, no importando quién fuera la cabeza.

El problema es que si en verdad fuera Peña Nieto, quizá el hombro no me dolería, el portafolio no me pesaría… habría alguien que cargara el portafolio por mí y nunca sentiría la necesidad de tirarlo todo al basurero.

Fotografía: Presidencia de la República.

 

El Chapo se nos fue a TODOS

Esta semana los medios cubren una nota, no más: Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, se escapó de un penal de “máxima seguridad” (así, entrecomillado). La detención del Chapo era -junto con la agenda legislativa impulsada desde el Pacto por México- el mayor acierto de la administración de Peña Nieto. Hoy, la detención que logró subir la popularidad de Enrique Peña Nieto (tarea que se veía difícil), representa, sin duda, el mayor escándalo del sexenio actual.

Habrá quien argumente que el escándalo más importante lo protagonizó Angélica Rivera junto con el Presidente, cuando Carmen Aristegui publicó el famoso reportaje sobre la Casa Blanca de Peña. Quizá, en su momento, fue algo sumamente atractivo para los medios, vergonzoso, cuestionable, pero, no fue más que un golpe político certero que golpeó a Enrique Peña Nieto y a su esposa.

Existe, un elemento que convierte a la fuga del Chapo en el mayor escándalo del sexenio: el golpe certero, atractivo, vergonzoso y cuestionable, no se lo dieron a Enrique Peña Nieto, ni a miembros de su familia. En este caso el golpe es para el Estado. La fuga del hombre más buscado del mundo demuestra un gobierno débil, que no fue capaz, primero, de reconocer que no contaba con las condiciones para mantener al capo encerrado, que tenía que ser extraditado, y segundo, una vez que se decidió no extraditarlo, de callar las bocas críticas que pedían la extradición, manteniendo al Chapo seguro en el penal de Almoloya («el más seguro de México»).

 Ayer, el Secretario de Gobernación, responsable de la seguridad del país (de él dependen el sistema penitenciario, el CISEN y la Comisión Nacional de Seguridad), inició su conferencia de prensa señalando de manera muy enfática lo seguro que es el CEFERESO No1, el Penal de Máxima del Altiplano. Argumentó que el penal en el que se encontraba recluso el Chapo contaba, incluso, con certificados internacionales… ¿entonces por qué se escapó?

Ese es el punto clave de todo este pandemonio: México cuenta con las características físicas para encerrar a un delincuente del calibre del Chapo. Es decir, sí, al menos en Almoloya, se cuenta con la infraestructura necesaria para mantener al Chapo encerrado. Sin embargo, no contamos con capacidad humana para hacerlo.

El gobierno actual no logra reconocer que la corrupción es el problema más delicado que tiene el Estado mexicano. Ni el consumo de droga, ni la violencia (que ha ido a la baja), ni la economía, son nuestra mayor debilidad. Joaquín Guzmán Loera se fugó porque logró corromper a quien fuera necesario corromper; el narcotráfico y la violencia que genera esa actividad han crecido gracias a los gobiernos que se han corrompido y han cedido el Estado a los delincuentes; la economía no crece porque tenemos empresarios que buscan a toda costa saltar la ley para no pagar impuestos, porque tenemos líderes sindicales que no ven por sus agremiados, porque es más fácil pagar una mordida que un permiso para abrir un restaurante, porque la corrupción se ha convertido en la columna vertebral del sistema económico, político y social de México.

La crítica es para el gobierno que no logra ver que nuestra mayor debilidad es la corrupción; para los empresarios que exigen por un lado la recaptura y por otra una nueva Reforma Fiscal que les beneficie a ellos y no a México; para toda la sociedad que busca una salida fácil por medio de la mordida, sin darnos cuenta que lo único que estamos haciendo es cerrar todas las puertas de salida por medio de la corrupción. La fuga del Chapo es una metáfora de lo que estamos viviendo en México: TODOS los mexicanos somos los custodios del Chapo que decidieron hacerse de la vista gorda, elegir la “salida” (literal) fácil, la de la corrupción. Está mal Osorio, está mal Peña, está mal Rubido, están mal los legisladores, estamos mal todos. El Chapo no se le fue a este gobierno, se nos fue a TODOS.

¡Encuérense!

No habíamos logrado reponernos de las intensas y spotizadas campañas electorales y los políticos -adictos a la promesa y al discurso- decidieron continuar las campañas. Primero empezó Margarita Zavala, abogada, ex Asambleísta del DF, ex Diputada Federal por el PAN y ex Presidenta del DIF -está casada con Felipe Calderón-. Continuó Miguel Ángel Mancera, actual Jefe de Gobierno del Distrito Federal. Mancera declaró que sí quería ser Presidente de la República y que no descartaba hacerlo por la vía ciudadana -no está afiliado a ningún partido, sólo coquetea con el PRD cuando es necesario o conveniente-.

Antes que los ya mencionados llegaron a la contienda presidencial Andrés Manuel López Obrador -que hace fila desde hace al menos 10 años-, y Marcelo Ebrard, que hace campaña desde Paris y Washington -el señor lleva ya varias semanas de viaje- (unos dicen que huye, otros dicen que está dando conferencias). Faltan 3 años para la elección presidencial y ya tenemos, al menos, 4 precandidatos dando discursos, publicando videos…promoviéndose. Faltan, desde luego, los precandidatos priístas, que no se destapan porque no les han dado permiso.

Hay analistas que argumentan que es sano para la democracia que quien busque la Presidencia lo manifieste desde ahorita. Para ellos, representa el fin del dedazo y no es otra cosa que un síntoma de una democracia vital. Para otros, lo que han hecho los precandidatos son actos anticipados de campaña. Para mí, en tanto que no escuchemos un proyecto de gobierno, un modelo de país y acciones concretas, sus precampañas no serán más que discursos vacíos… aspiraciones llenas de ambición y carentes de fondo.

Andrés Manuel nos dice que “el pueblo va a salvar al pueblo” -¿entonces para qué lo necesitamos?-. Margarita dice que “reconciliarse con la ciudadanía es la tarea fundamental” -¿por qué no lo hizo Felipe?-. Los dos dicen que van a “recorrer el país para escuchar a la gente” -¿con qué dinero?-, pero ninguno comparte ideas claras de lo que será su proyecto.

Señores precandidatos: si quieren destaparse, destápense en serio, pero en toda la extensión de la palabra. Yo quiero saber -antes que nada- qué tienen y cómo lo obtuvieron. Si tienen casas en Palmas, no me importa, pero explíquenme bien de dónde salieron. Quisiera saber quiénes forman parte de su equipo y por qué. Les pido también definan claramente cuál será su agenda legislativa. No les pido que me den una cifra de crecimiento esperada, pero me gustaría saber qué acciones van a emprender para generar empleo. Supongo que deben tener claras sus prioridades, no tengan miedo a ser específicos, prefiero que digan que su prioridad es facilitar la llegada de empresas extranjeras para que inviertan en el sector agrícola, a que me digan “primero los pobres” sin decirme bien cómo lo harán y qué quiere decir “primero los pobres”. Ya decidiremos los ciudadanos cuáles son nuestras prioridades y con base en eso votaremos.

Precandidatos (tapados y confesos): si se van a destapar para ganar votos, expliquen quiénes son, para qué quieren ser presidentes y por qué tenemos que votar por ustedes. Sean, por primera vez, transparentes: ¡encuérense! …sin pena.

#TenemosJuanito

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Marcelo Ebrard parece estar aferrado a su curul en la Cámara de Diputados. Recordarán que recientemente el partido Movimiento Ciudadano colocó a Marcelo Ebrard en el primer lugar de su lista plurinominal. Es decir, Ebrard tenía ya segura una diputación federal por parte del partido que encabeza (casi como empresa privada) Dante Delgado.

Movimiento Ciudadano tiene varios años ya funcionando como un satélite del PRD (igualito que el PT). Recientemente, producto de las divisiones que ha tenido la izquierda (entre Chuchos, AMLOs y Ebrards), Movimiento Ciudadano se ha visto obligado a fichar una serie de personajes con el fin de conservar su registro. Dentro de los personajes que Movimiento Ciudadano ha logrado seducir, se encuentra el polémico Manuel Espino (ex presidente del PAN), Rafael Ochoa (ex brazo derecho de ELBA ESTHER GORDILLO…en serio, era líder del SNTE), y el ya mencionado Marcelo Ebrard.

Sin embargo, el 29 de abril, el Tribunal Electoral decidió revocar el registro de Marcelo Ebrard como candidato plurinominal a diputado federal. ¿El argumento? Marcelo participó en dos procesos de selección interna de candidatos a cargos de elección popular en diferentes partidos políticos: el PRD y Movimiento Ciudadano. ¿La respuesta de Marcelo? COMPLÓ!!!!

Sí, luego de que el Tribunal Electoral bajara la candidatura del ex jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard acusó al PRI y al presidente Peña Nieto, de querer sacarlo de la contienda porque, tuietó: “saben que tengo el respaldo popular para ganar y cuestionarlos”…¿entonces por qué quería ser pluri?

Marcelo Ebrard salió del PRD luego de que no le dieron lo que Movimiento Ciudadano le regaló: el primer lugar en la lista plurinominal. No dudo que Marcelo Ebrard cuente con respaldo popular, de hecho, desde mi punto de vista, fue un buen jefe de gobierno del Distrito Federal. Creo que de haber llegado a la candidatura presidencial (que le cedió a AMLO) hubiera sido un candidato MUY competitivo. Sin embargo, ahora pareciera estar desesperado por tener una diputación.

La desesperación es tal, que ayer logró que el INE aprobara que llegue como candidato suplente de René Cervera (su principal operador) hoy candidato plurinominal. Es decir, Marcelo va como suplente de su ex empleado. Si su ex empleado, una vez que sea diputado federal, pide licencia al cargo, Marcelo Ebrard será diputado federal. Si esta jugarreta le suena conocida, es porque ya la ha visto anteriormente. A estos diputados suplentes que llegan por medio de la renuncia de los diputados propietarios, se les conoce como diputados juanitos. Esto, debido al penosísimo caso de Juanito, aquél que recibió la orden de AMLO de pedir licencia una vez que fuera electo delegado de Iztapalapa, para dejar pasar a Clara Brugada.

Así las cosas en esta elección… a Marcelo Ebrard le URGE ser diputado, le urge tener reflectores, le urge posicionarse de nuevo como precandidato presidencial, le urge (supongo) un sueldo (porque ya tiene un rato sin cobrar…¿no?) y habría que preguntarle si le urge un fuero (con eso de que la Línea Dorada del metro salió igual de chafa que los discos piratas que venden en sus vagones). En fin, citando el clásico tuiteado por el propio Ebrard, en Movimiento Ciudadano ya no #tenemossismo, ahora parece que #TenemosJuanito… ¿a poco no?

Nota: Movimiento Ciudadano es el QUINTO partido que postula a Ebrard. Marcelo ya pasó por el PRI (fue del grupo cercano a Salinas); el PCD (que creó junto con Manuel Camacho); el Partido Verde (sí, Marcelo fue candidato del partido del Niño Verde); el PRD (que lo llevó al gobierno del Distrito Federal); y ahora Movimiento Ciudadano… ajonjolí de todos los moles, pues.

El PÉSIMO servicio de los bancos

Piense en el banco que usted quiera, no hace falta que le ponga un nombre. Le aseguro que tiene, al menos, una queja. En mi caso, yo era relativamente feliz con Scotiabank. Tenía quejas menores, no me cobran por respirar en su sucursal, tiene pocos cajeros automáticos, pero firmó un convenio con Inbursa y ahora puedo sacar dinero en todos los Sanborns (si usted es usuario de Scotiabank y no se sabía esa…pum…qué gran dato, ¿no?). Todo iba bien hasta que me cambiaron el plástico de la tarjeta, tuve que hablar para que la reconfiguraran en la banca por internet y…llevo 2 meses sin poder usar mi banca por internet.

 En realidad es una cosa menor. Conozco muchos casos mucho peores que el mío (ahorita les cuento un par). Sin embargo, resulta impresionante lo poco eficientes que pueden ser, en especial cuando el problema se tiene que resolver por teléfono. Todos hemos tenido que lidiar con los call centers bancarios.

 Primero, hay que picar 100 opciones diferentes para llegar a escuchar los anuncios interminables del banco (que son señal de que en los próximos 10 minutos te contestará, finalmente, un humano). Después hay que lidiar con la operadora que antes que nada te hace una pregunta (casi ofensiva después de haber sorteado todo tipo de obstáculos electrónicos para que te contestara): Buenos días Señor López, ¿cómo se encuentra el día de hoy?… ¿la verdad?… molesto por perder mi tiempo.

 Señores banqueros, un consejo: Si quieren ganar clientes (o al menos, no perderlos) les sugiero que la opción 1 del menú telefónico siempre sea “Si usted quiere ser atendido por un humano presione el 1”; ya si uno es masoquista y está dispuesto a navegar por la red interminable de opciones es su problema, pero, POR FAVOR, ¿qué les cuesta darnos esa opción? Al final lo que buscamos es que nos atienda un humano (si se puede que esté de buen humor, mejor).

 Ayer hablé por tercera vez para arreglar mi problema con Scotiabank. Le pedí a la amable operadora que por favor me comunicara con la supervisora que, según me dijeron la última vez que marqué, vería personalmente mi caso. Me pidió que esperara 5 minutos, luego 10, y luego me dijo que si estaba dispuesto a esperar a la supervisora 1 hora porque estaba en junta. Cuando le dije que sí, que yo esperaba, la supervisora mágicamente salió de la junta. Sin embargo, la operadora cometió un error. Olvidó poner en silencio su teléfono y escuché perfectamente cuando la supervisora dijo: ¿y quién le dio mi nombre al cliente? …sí, la supervisora se ofendió porque yo sabía que ella estaba supervisando el trabajo mal hecho. Finalmente, me volvieron a (dar atole con el dedo) prometer que, ahora sí, resolverían mi problema…en 15 días hábiles.

Y como les decía, este es un caso menor en comparación con lo que he escuchado últimamente. A manera de ilustración, ahí les van dos joyas que le sucedieron en un lapso de 2 meses a la dueña de mis quincenas (la novia, pues): Primero, durante un mes recibió diario (a veces dos veces al día) una llamada de Bancomer en la que le vendían un seguro. Supongo que a más de uno le ha pasado. Sin embargo, este seguro era bastante peculiar. La insistente llamada vendía, después de un discurso de la terrible situación del país, un seguro para…suicidios. Sí, leyó usted bien, era un seguro en caso de que usted tuviera en mente suicidarse. Cuando se les respondía que no, tenían el descaro de preguntar por qué…en serio. Luego de varios reclamos y de asegurarles que, de verdad, lo único que provocaba pensamientos suicidas eran sus llamadas, desistieron.

 El más reciente caso, le sucedió en HSBC, en donde, sin hacer uso de la tarjeta de débito, clonaron la tarjeta y vaciaron la cuenta de banco con varios cobros realizados a la misma hora el mismo día. Finalmente se resolvió, no sin que el empleado de HSBC aceptara que probablemente habría sido algo interno.

 En fin… supongo que ningún banco se salva, ¿qué nos queda a los usuarios?, siempre procurar que nos resuelvan el problema, no quedarnos callados, exigir (con respeto) la atención que nos merecemos como clientes y estar al pendiente de nuestras cuentas y tarjetas. Adicional a eso, solo nos resta coleccionar anécdotas y tratar de contar la más jocosa en una sobremesa en la que se hable del PÉSIMO servicio de los bancos.

 P.D. En mi experiencia, cuando quiera ser atendido por un humano elija siempre la opción de “reporte de robo o extravío de tarjetas” ésa siempre es la primera y contesta un humano.

Yo también estoy decepcionado

Como todos podemos ver ya, las campañas han empezado. Los discursos están en la televisión, las promesas en el radio, y las propuestas en las calles. Si les soy honesto, ya me da igual qué partido gane mi delegación. Francamente, me da lo mismo el partido que gane la diputación local y no creo que exista tanta diferencia si gana el PRI el PAN o el PRD la diputación federal. Desde luego que dentro de los candidatos existen algunos perfiles un poco más serios que otros, sin embargo, en general, de ninguno espero mucho. Que no espere mucho no quiere decir que no sea algo importante, o que no vaya a votar. Definitivamente soy un fiel creyente del voto informado, pero lo que hoy en realidad me quita el sueño no son los candidatos o los partidos. Eso, estoy seguro, no es lo más preocupante del escenario.

Estar decepcionado de los candidatos y de los partidos es casi un deporte nacional. Gane quien gane hará cosas buenas (aunque no nos atrevamos a reconocerlo) y será criticado por las cosas malas (aunque no les guste). Lo verdaderamente delicado, lo que resulta sumamente preocupante es la falta de fe que nos tenemos ya a nosotros, lo mexicanos. La indiferencia que existe entre nosotros. Que no nos importe el vecino, que ignoremos nuestra calle, que nos dé lo mismo qué ocurre con nuestra vida; que en verdad no importe nuestro futuro.

Hay algo que no estamos viendo mientras criticamos a los políticos o al gobierno: en los partidos, en los congresos (federal y locales), en las secretarías, en las policías, en las presidencias municipales, en todos ellos trabajan mexicanos. La señora de la ventanilla del SAT es vecina, el policía que acepta mordida es amigo, el juez que se vende es tío, el diputado que pide moche es primo y todos ellos son mexicanos.

 El partido del que vengan o la dependencia en la que trabajen, en realidad, da igual. Lo preocupante no son “los políticos”, lo decepcionante no son los diputados, lo triste es que todos ellos son mexicanos. Lo lamentable es que no estamos aceptando nuestra responsabilidad. Ha sido muy sencillo señalar al gobierno como si fueran de Marte. Ojo, no digo que esté mal criticarlos, o que los perdonemos porque somos mexicanos. Lo que quiero transmitir es que si no nos damos cuenta que el problema no es un partido o un gobierno o un cargo público, el problema nunca se va a resolver.

 No soy el primero que lo dice, pero pareciera que nunca lo hemos escuchado. Las instituciones (partidos, gobierno, empresas) están podridas porque las conducen personas que no son honestas, que no fueron educadas, que no tienen consciencia de cómo afectan a su país, no porque pertenecen a un partido político o porque decidieron dedicarse al servicio público. Hoy no importa el partido que gane porque en todos hay buenos (hay que buscarlos) y malos (hay que señalarlos). Perder la fe en todas nuestras instituciones es perder la fe en todos los mexicanos. Yo estoy decepcionado, igual que ustedes, pero no podemos perder la fe. Quizá si nos preocupáramos más por la educación en casa, por la limpieza de nuestras calles, por la educación vial, por cultivar el hábito de la lectura, por dar el ejemplo, por generar oportunidades honestas de trabajo, por la alimentación de los niños, quizá entonces (como por arte de magia) nos dé igual quién gane porque sabremos que en el partido que sea habrá un candidato educado, estudioso, trabajador y honesto.

¿Por quién vas a votar?

En los últimos 3 años la Cámara de Diputados ha aprobado una serie de reformas que han afectado (para bien o para mal) la vida del país. No importa que esté usted o no consciente de lo que se aprobó, o si está a favor o en contra, lo que estos señores y señoras voten nos afectó y nos va a afectar en la vida diaria. Por ejemplo, la reforma en materia de telecomunicaciones eliminó el cobro por larga distancia; la reforma fiscal eliminó el Impuesto al Depósito en Efectivo; la reforma energética modificará por completo una de las industrias principales del país; en fin, podríamos hablar de cosas positivas y negativas de las reformas, el punto es que nos guste o no, las decisiones que los diputados tomen, tienen un efecto (positivo o negativo) en nuestra vida.

Por eso es tan importante saber por quién vamos a votar. Mucha gente suele votar por el partido, otros anulan su voto, otros mejor ni van a votar. Todas las opciones anteriores son válidas y respetables, sin embargo, en mi opinión (cuestionable y debatible), la manera en la que mejor se aprovecha la oportunidad de votar es investigando bien quiénes son los candidatos a diputados antes de pensar en el partido.

Me explico. Votar por el partido, sin tener idea quién es el candidato, es equivalente a descalificar a un candidato únicamente por pertenecer a un partido en específico. Claro, hay veces que el candidato puede ser muy bueno pero el simple hecho de haber aceptado la candidatura de un partido X puede cambiar nuestra percepción de él.

En todo caso, lo mejor sería tomar en cuenta al partido que postula, el perfil del candidato y las propuestas (en caso de que existan y si éstas son viables). La diputación es un cargo que puede variar (MUCHO) según la persona que lo ejerza. Todos los partidos tienen diputados que dan pena, que enojan, y que definitivamente no nos representan. De igual manera, (aunque nos sorprenda) existen diputados inteligentes, chambeadores y conocedores de la actividad legislativa en todos los partidos.

Es importante tomar en cuenta el partido dado que en muchas ocasiones los diputados votan “en bancada”. Es decir, todos votan a favor o en contra, según lo que el partido ordene (sí, como borregos). Sin embargo, existen casos (aunque usted no lo crea) de diputados y senadores que razonan su voto y en ocasiones votan distinto a sus partidos. Así lo han hecho (por mencionar dos ejemplos que yo recuerde) el senador Mario Delgado (ahora ex PRDista) y el hoy subsecretario Roberto Campa (cuando fue el único PRIísta que votó en contra del desafuero de AMLO).

Planteo esto porque (como mencioné en la columna anterior) por lo general como votantes enfocamos nuestro análisis en el partido, el escándalo o el spot y cuando hablamos de los candidatos mencionamos sólo casos como el de Carmelita Salinas, Cuauhtémoc Blanco y otros candidatos lamentables. Quizá cuando investigue el perfil de los distintos candidatos en su distrito se sorprenda y le den ganas hasta de hacer campaña ( a favor o en contra) por alguno. Le propongo que investiguemos quiénes son los candidatos y ya con eso, que acabemos con ellos, o los hagamos héroes, como usted prefiera, pero informados.

Nota: Si quiere saber quiénes son los candidatos que aparecerán en su boleta para Diputado Federal:

  1. Entre aquí
  2. Elija la opción Diputados de Mayoría Relativa.
  3. Elija la opción Todos.
  4. Elija la entidad en la que tiene su domicilio.
  5. Busque en su IFE la sección en la que vota.
  6. Píquele a Consultar.
  7. Googlee los nombres que aparecen.
  8. Si le dio flojera (le debería dar pena), mándeme su entidad y sección y yo le mando la lista…en serio, se la mando.

Es una ching&%$?

Han pasado apenas unos días que empezaron las campañas y de lo único que hemos escuchado es de la publicidad ilegal del Partido Verde; los spots mediocres del PAN en los que se limitan a señalar al PRI de corrupto (no que en el PRI no haya corruptos…pero no creo que en el PAN estén como para señalar); los anuncios (una vez más) de López Obrador recetándonos el mismo discurso de pacifista que nos ha venido a salvar (por cierto se cumplen ya 10 años de que AMLO no tiene chamba y 10 años de su campaña presidencial)…en fin… creo que lo único que he disfrutado es el nuevo jingle de Movimiento Ciudadano (si no lo ha escuchado, se lo recomiendo), lástima que tiene un excelente jingle, pero puros candidatos rescatados de otros partidos para ver si de casualidad consiguen el registro.

Adicional a la guerra de spots inútiles, ahora estamos discutiendo de viajes en helicóptero, las compras de Angélica Rivera, los relojes del presidente del PRI, etc. Todo ello lamentable, criticable, infame, eso merecería una columna entera (o 10) para señalar la falta de consciencia que tiene el gobierno actual. Sin embargo eso es precisamente lo que hoy critico: que en un momento TAN importante, en el que vamos a definir varias gubernaturas, congresos locales, presidencias municipales, delegaciones del Distrito Federal y por si fuera poco la Cámara de Diputados, NADIE está discutiendo una agenda de gobierno. Ni los partidos, ni los ciudadanos, estamos debatiendo ideas, propuestas, posibles reformas, agendas liberales, conservadoras, legalización de marihuana, despenalización del aborto, nada…todos estamos hablando de la rodilla de Korenfeld y de las compras de la Gaviota.

Los partidos políticos centran todos sus esfuerzos en llamar nuestra atención con idioteces. Empezó Nueva Alianza sintiéndose muy moderno incluyendo en sus spots expresiones como “se parte la madre” o «a huevo»; le siguió el PAN con sus spots brillantes de “es una chingadera” y “no tienen madre”. ¿De verdad no pudieron pensar en un mensaje directo que llame la atención por el contenido o por la propuesta? ¿tan poco contenido tienen sus agendas?

Del PRI no he visto spots pero seguro se dedicarán a decirnos que todo está bien, tampoco buscarán dar a conocer su proyecto para los próximos 3 años. AMLO continuará vendiéndonos su candidatura presidencial y los demás partidos harán lo que sea necesario para conservar el registro. Mientras tanto, los niveles de pobreza siguen siendo lamentables; los jóvenes siguen buscando empleo; el IMSS y el ISSSTE continúan sin medicinas; la gente sigue esperando meses para tener una cita en un hospital público; seguimos sin tener suficiente espacio para los jóvenes en las universidades; y los niveles de violencia e inseguridad (aunque parece que han mejorado) siguen siendo alarmantes. Señores gobernantes (de todos los partidos): ESO es una chingadera, ESO no tiene madre.

¿Y los cambios en el gabinete?

Estamos por entrar al tercer año de gobierno de Enrique Peña Nieto. En un abrir y cerrar de ojos llegaron las elecciones intermedias -la primera gran oportunidad que tenemos los mexicanos para evaluar al gobierno- y seguimos esperando los cambios en el gabinete.

Es cierto que recientemente cambiaron los titulares de la SEDATU y la Procuraduría General de la República. De igual manera, se nombró al secretario de la (¿desaparecida?) Secretaría de la Función Pública. Sin embargo, al menos en mi opinión, sigue sin sentirse un cambio en el gabinete, una modificación en el rumbo, una sugerencia (al menos) de parte del gobierno de Peña de que entienden que queremos ver que entienden (citando al ya clásico “No entienden que no entienden” del Economist).

En parte, un factor importante para que no se sientan los cambios en el gabinete reside en el peso que Peña Nieto le dio a tres miembros del gabinete: Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray y Aurelio Nuño. Es difícil sentir un cambio de rumbo si los principales pilares del sistema de gobierno de Peña Nieto permanecen en sus lugares originales.

¿Qué cambios debe hacer? Todos tendremos preferencias y opiniones. Pasando la elección, creo yo, el presidente tendrá (o deberá tener) en mente 3 factores que deben influir en los cambios del gabinete: primero, la implementación de las reformas aprobadas; segundo, los recortes en el gasto derivados de los bajos precios del petróleo (considerando las consecuencias en el corto y mediano plazo); y tercero, la elección del 2018. El gobierno actual tiene dos posibles candidatos (ambos ya muy desgastados): Luis Videgaray y Miguel Ángel Osorio Chong. Si el presidente quiere mantener al PRI en los Pinos, los cambios en el gabinete deben darle más opciones con miras al 2018.

Es momento de considerar un cambio de rumbo; dividir el poder (hoy concentrado en 4 personas) para (intentar) dividir el enojo, el hartazgo, la crítica, el reconocimiento, el aplauso y lo que venga. Peña debe considerar que está por entrar a jugar el segundo tiempo de este juego y le quedan 2 minutos en el vestidor para hacer los cambios a tiempo. El marcador ya está en su contra, está en él decidir si el cambio lo hace a tiempo para ganar, de lo contrario, le alcanzará (en el mejor de los escenarios) para empatar de manera mediocre.