¿Y los cambios en el gabinete?

Estamos por entrar al tercer año de gobierno de Enrique Peña Nieto. En un abrir y cerrar de ojos llegaron las elecciones intermedias -la primera gran oportunidad que tenemos los mexicanos para evaluar al gobierno- y seguimos esperando los cambios en el gabinete.

Es cierto que recientemente cambiaron los titulares de la SEDATU y la Procuraduría General de la República. De igual manera, se nombró al secretario de la (¿desaparecida?) Secretaría de la Función Pública. Sin embargo, al menos en mi opinión, sigue sin sentirse un cambio en el gabinete, una modificación en el rumbo, una sugerencia (al menos) de parte del gobierno de Peña de que entienden que queremos ver que entienden (citando al ya clásico “No entienden que no entienden” del Economist).

En parte, un factor importante para que no se sientan los cambios en el gabinete reside en el peso que Peña Nieto le dio a tres miembros del gabinete: Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray y Aurelio Nuño. Es difícil sentir un cambio de rumbo si los principales pilares del sistema de gobierno de Peña Nieto permanecen en sus lugares originales.

¿Qué cambios debe hacer? Todos tendremos preferencias y opiniones. Pasando la elección, creo yo, el presidente tendrá (o deberá tener) en mente 3 factores que deben influir en los cambios del gabinete: primero, la implementación de las reformas aprobadas; segundo, los recortes en el gasto derivados de los bajos precios del petróleo (considerando las consecuencias en el corto y mediano plazo); y tercero, la elección del 2018. El gobierno actual tiene dos posibles candidatos (ambos ya muy desgastados): Luis Videgaray y Miguel Ángel Osorio Chong. Si el presidente quiere mantener al PRI en los Pinos, los cambios en el gabinete deben darle más opciones con miras al 2018.

Es momento de considerar un cambio de rumbo; dividir el poder (hoy concentrado en 4 personas) para (intentar) dividir el enojo, el hartazgo, la crítica, el reconocimiento, el aplauso y lo que venga. Peña debe considerar que está por entrar a jugar el segundo tiempo de este juego y le quedan 2 minutos en el vestidor para hacer los cambios a tiempo. El marcador ya está en su contra, está en él decidir si el cambio lo hace a tiempo para ganar, de lo contrario, le alcanzará (en el mejor de los escenarios) para empatar de manera mediocre.

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