El Chapo se nos fue a TODOS

Esta semana los medios cubren una nota, no más: Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, se escapó de un penal de “máxima seguridad” (así, entrecomillado). La detención del Chapo era -junto con la agenda legislativa impulsada desde el Pacto por México- el mayor acierto de la administración de Peña Nieto. Hoy, la detención que logró subir la popularidad de Enrique Peña Nieto (tarea que se veía difícil), representa, sin duda, el mayor escándalo del sexenio actual.

Habrá quien argumente que el escándalo más importante lo protagonizó Angélica Rivera junto con el Presidente, cuando Carmen Aristegui publicó el famoso reportaje sobre la Casa Blanca de Peña. Quizá, en su momento, fue algo sumamente atractivo para los medios, vergonzoso, cuestionable, pero, no fue más que un golpe político certero que golpeó a Enrique Peña Nieto y a su esposa.

Existe, un elemento que convierte a la fuga del Chapo en el mayor escándalo del sexenio: el golpe certero, atractivo, vergonzoso y cuestionable, no se lo dieron a Enrique Peña Nieto, ni a miembros de su familia. En este caso el golpe es para el Estado. La fuga del hombre más buscado del mundo demuestra un gobierno débil, que no fue capaz, primero, de reconocer que no contaba con las condiciones para mantener al capo encerrado, que tenía que ser extraditado, y segundo, una vez que se decidió no extraditarlo, de callar las bocas críticas que pedían la extradición, manteniendo al Chapo seguro en el penal de Almoloya («el más seguro de México»).

 Ayer, el Secretario de Gobernación, responsable de la seguridad del país (de él dependen el sistema penitenciario, el CISEN y la Comisión Nacional de Seguridad), inició su conferencia de prensa señalando de manera muy enfática lo seguro que es el CEFERESO No1, el Penal de Máxima del Altiplano. Argumentó que el penal en el que se encontraba recluso el Chapo contaba, incluso, con certificados internacionales… ¿entonces por qué se escapó?

Ese es el punto clave de todo este pandemonio: México cuenta con las características físicas para encerrar a un delincuente del calibre del Chapo. Es decir, sí, al menos en Almoloya, se cuenta con la infraestructura necesaria para mantener al Chapo encerrado. Sin embargo, no contamos con capacidad humana para hacerlo.

El gobierno actual no logra reconocer que la corrupción es el problema más delicado que tiene el Estado mexicano. Ni el consumo de droga, ni la violencia (que ha ido a la baja), ni la economía, son nuestra mayor debilidad. Joaquín Guzmán Loera se fugó porque logró corromper a quien fuera necesario corromper; el narcotráfico y la violencia que genera esa actividad han crecido gracias a los gobiernos que se han corrompido y han cedido el Estado a los delincuentes; la economía no crece porque tenemos empresarios que buscan a toda costa saltar la ley para no pagar impuestos, porque tenemos líderes sindicales que no ven por sus agremiados, porque es más fácil pagar una mordida que un permiso para abrir un restaurante, porque la corrupción se ha convertido en la columna vertebral del sistema económico, político y social de México.

La crítica es para el gobierno que no logra ver que nuestra mayor debilidad es la corrupción; para los empresarios que exigen por un lado la recaptura y por otra una nueva Reforma Fiscal que les beneficie a ellos y no a México; para toda la sociedad que busca una salida fácil por medio de la mordida, sin darnos cuenta que lo único que estamos haciendo es cerrar todas las puertas de salida por medio de la corrupción. La fuga del Chapo es una metáfora de lo que estamos viviendo en México: TODOS los mexicanos somos los custodios del Chapo que decidieron hacerse de la vista gorda, elegir la “salida” (literal) fácil, la de la corrupción. Está mal Osorio, está mal Peña, está mal Rubido, están mal los legisladores, estamos mal todos. El Chapo no se le fue a este gobierno, se nos fue a TODOS.

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